domingo, 23 de octubre de 2016

¿Por qué camping?

Carpa en Piedras Blancas, Entre Ríos

Muchas veces se nos pregunta por qué en carpa. Seguramente cualquier opción tiene su riqueza, su felicidad, lazos simples y abrazos grandes, pero el viaje gasolero, y la carpa, tiene sus encuentros mágicos, sus enseñanzas eternas, su caricia de solidaridad, que no se llena con dinero y aprende de otra felicidad distinta a la inculcada por siglos.

La carpa atraviesa el camping tradicional, los patios de vecinas y vecinos con gran sentido colectivo, los denominados autocamping, algún espacio público que transformamos en improvisado hogar, o descampados donde nos agarra la noche. Salvo la última alternativa, todas las anteriores siembra el encuentro con viajeras y viajeros, que transitan más un camino gasolero que uno. Incluso con muchas historias, donde viajar y vivir es lo mismo y se transforma en su proyecto de vida.

Viajar con carpa logra esos encuentros, esos aprendizajes, esas historias que siempre nos dejan una moraleja, mate por medio. La carpa es un recorrido siempre de siembra, recomendado para desprenderse, de lo material, de lo concreto, de la comodidad más tangible y naturalizada, y también de los prejuicios, de las valoraciones ajenas que hemos adoptado pasivamente como estereotipos propios.

La carpa es un instrumento, un puente entre las múltiples historias que se encuentran en lo cotidiano. Nos enseña de solidaridad, nos tiende la mano. Compartimos un mate, viajamos gasolero. 



sábado, 15 de octubre de 2016

Santa María, Catamarca



Si estás en Amaicha del Valle, Tucumán, o en Cafayate, Salta, hay una cita cercana en Santa María, Catamarca, ciudad capital de uno de los dieciséis departamentos de esa provincia, puerta de dos comunidades que se pueden visitar caminando, a través de un recorrido de once kilómetros que va subiendo por la ruta 40 hacia Tucumán.

El dedo es más complicado hacia Amaicha, por el camino, que intentarlo hacia Salta o hacia la propia Catamarca. Cuando lleguen a Santa María, pregunten por la dirección del camping municipal, que es la opción más barata para hospedarse. Cuando tuve el gusto de conocerlo, en 2015, aún no era temporada alta (enero y febrero), por lo que tuvimos varios metros de verde para abrazarnos al lugar. El camping municipal tiene baños, aunque precarios, mesas, parrilla y una oficina central donde te calientan agua si necesitas, por ejemplo para un mate, que nosotros, como entrerrianos, tomábamos todo el tiempo. 

Hasta el año pasado ese camping costaba $20 por persona y no se abonaba por la carpa, el valor más barato que encontramos, salvo el famoso camping de Bili, de Purmamarca, Jujuy, del cual hablaremos en otra publicación más adelante. Ya instalado en la energía de Santa María, hay dos comunidades, Las Mojarras y Fuerte Quemado, a pocos kilómetros de la ciudad, camino totalmente recomendado para perderse en su humildad y solidaridad.

Si recorren un poco Santa María y ubican la oficina de turismo, de manera muy amable les brindarán un mapa de la ciudad, y les explicarán como llegar hasta la primera de las comunidades. De igual modo intentaré contarles algunos detalles del camino para compartir el entusiasmo por su tierra. Una de las formas es agarrar la calle Mariano Moreno, o algunas de sus paralelas hasta chocar con la Avenida Costanera. En su recorrido ingresarán por calles trabajadoras, donde pedimos varias veces agua, y siempre hubo respuestas muy solidarias por vecinas y vecinos del lugar. Cuando lleguen a Las Mojarras tendrán que atravesar el Río Santa María, que se encuentra seco. Caminando, de a poco te vas perdiendo entre la pesada arena del río el verde que espera por delante, y las montañas que rodean cualquier paisaje. Cuando escribo sobre ese río seco es imposible olvidar lo que costaba atravesarlo por el viento que se había formado, a tal punto que las motos y las bicicletas eran llevadas a tiro por la complejidad del clima. No se si siempre será así en esa estación o fue en ese momento, pero dejó un recuerdo, grato de igual manera, por el entusiasmo de llegar hasta Fuerte Quemado, segunda comunidad, bastante más al norte, a once kilómetros de Santa María, con un mirador desde el cual se puede ver el paisaje catamarqueño. Pasado el río será el turno de caminar la ruta 40, una línea de encuentro que atraviesa toda la Argentina, y que en esos viajes del norte, entre Salta, Tucumán y Catamarca, nos espera repetidas veces, en ocasiones para caminarla, en otras con un colectivo, a veces pavimentada, otras de tierra, pero siempre con el mismo abrazo que contagia.

El río seco Santa María



Sobre la comida la mejor opción es usar el fuego de las parrillas e ingeniarse para obtener un menú barato, que siempre cuando hay ranchadas todo termina siendo más gasolero. Eso, como ya hemos dicho, es un gran aporte del viaje mochilero en general y del camping en particular. Los lugares centricos para comer como para dormir necesitan de un presupuesto parecido a Tucumán o Salta Capital, es decir un poco más barato que Entre Ríos, Santa Fe o Buenos Aires, pero más caro que Jujuy y otras partes de Salta y Tucumán.


Sea en la opción que elijan, Santa María es un lugar para detenerse, compartiendo un mate, viajando gasolero.




jueves, 13 de octubre de 2016

Viajar solo, una invitación a reconocerse





Una de las grandes preguntas que atraviesa a viajeras y viajeros, cuando emprenden un camino, gasolero, con la mochila, refiere a la decisión de salir solo. Muchas veces postergamos viajes porque no hay amigas o amigos que se prendan a la ruta. Los miedos son entendible, más en una sociedad donde nos inculcaron a fuerza de represión lo bueno y lo malo. Pero que eso no nos nuble ni corte nuestras ganas. En 2015 muchos de mis amigos no podían viajar por laburo, por familia, por diversas cuestiones totalmente respetables. Decidí irme igual, sin límite de tiempo. Partimos desde Entre Ríos con un amigo, compartimos quince días que nos hermanaron por el norte argentino. Luego de Humahuaca quedé sólo, hacia Iruya, y luego a seguir subiendo por Bolivia y Perú.

El viaje gasolero tiene grandes aprendizajes, como por ejemplo desprenderse de lo cómodo, construir con solidaridad colectiva, y desprejuiciarse de las imposiciones culturales. Sin tiempo, sin calendario, haciendo lo que nos hace felices, parece tan simple pero se nos convirtió tan difícil con la velocidad de la ciudad. La experiencia personal recomienda dejar esos miedos, animarse, no reprimirse.





Decía que el viaje gasolero tenía sus aprendizajes. Me refería al miedo de viajar solo y de perderse. Pero ¿qué pasa cuando ese perderse es encontrarse? Lo cierto es que en cada camping a donde llegamos, que en cada pueblo fue el más barato, con tanta energía, un abrazo eterno, que conmovía, y que en otras publicaciones recomendaremos para disfrutar de esos lugares, nos encontrábamos con decenas de viajeras y viajeros. De La Plata, Colombia, España, Inglaterra, Bolivia, Francia, Burzaco, Brasil, Holanda, Colombia, Ecuador, Tigre, Córdoba, y otros lugares, compartimos nuestros días. Hay momentos para escucharse y estar solos y momentos para armar rancheada. En cada tierra donde pusimos las carpas se armaron comidas colectivas, donde comprábamos juntos, cocinábamos, nos despertábamos y nos reuníamos para desayunar. Ese encuentro, en ese paisaje, en ese reconocerse colectivo, no tiene precio. Y esa es una ventaja, que nos brinda el viaje gasolero, donde la solidaridad brota.

Ya viajaremos al sur, por ahora los ejemplos son del norte, porque son el corazón de toda esa gran patria que lograron fragmentar. Si pasas a Bolivia, el tema de los camping cambian. Couchsurfing, red social donde se cultiva la solidaridad entre viajeras y viajeros para hospedar personas que vengan haciendo lo mismo que nosotros, es una alternativa, y los hostels otro, donde se recomienda siempre llegar en manada. Lo bueno de las ranchadas en Argentina es que con muchos viajeros te reencontrarás. Y sino harás amigos nuevos, en las anécdotas más insólitas que puedas imaginar. El secreto es confiar, en vos y en las personas, disfrutando ese momento que se vivencia.

Así que a arriesgarse, compartimos un mate y viajamos gasolero

miércoles, 12 de octubre de 2016

Amaicha del Valle.






Amaicha del Valle es una comunidad ancestral diaguita, cultura que se desarrolló en el extenso territorio del Valle Calchaquí, ubicado a 162 km de San Miguel, capital provincial, y a 52 Km de Tafí del Valle, en la provincia de Tucumán. Es uno de esos lugares que cuando se lo conoce siempre vuelve, de esos rincones colectivos que uno recomienda a cualquier viajera o viajero para que lo transite.






Su ubicación permite conocer tres comunidades, tres provincias, tres historias, con pocos kilómetros de diferencia. Nos referimos a Amaicha en Tucumán, a Santa María en Catamarca, y Cafayate en Salta. Sobre las últimas dos más adelante escribiremos algo, pero vale como adelanto contarles que en Santa María hay dos comunidades, Las Mojarras y Fuerte Quemado, a las que se accede caminando, y en Cafayate otra comunidad, llamada El Divisadero, que vale la pena conocer. Cada uno de estos pueblos son un grito colectivo de identidad y cultura para reconocerse en una ruta 40 que varias veces en esos viajes nos reencuentra.

A Amaicha se accede por estas dos provincias fronterizas, y también desde San Miguel de Tucumán.Todos los paisajes del norte, como todo nuestro país, son mágicos, pero entre esas fotos, que abrazaban en su inmensidad, se destaca el ascenso desde San Miguel de Tucumán, por la Ruta provincial 307, pasando por Tafi del Valle. El recorrido ingresa subiendo sobre un selvático camino que se va perdiendo en el interior de sus montañas en un dinámico ida y vuelta de su carretera.





En la comunidad no hay terminal. No hemos dado pistas sobre el dedo porque la propia ruta complica bastante esa modalidad en esos accesos. No significa que sea imposible, pero sin dinero la opción es encontrar viajeros en autos para dividir costos o encontrar algún anfitrión que viaje en su transporte personal. El dedo a secas es una opción lejana en esta zona de los valles calchaquíes. Los colectivos, una misma empresa, sale de la calle principal donde se encuentran dos comedores enfrentados. En la lectura parece una información irrelevante, pero cuando se bajen del colectivo y pisen la comunidad se darán cuenta de lo fácil de entenderlo.

Sobre esa misma calle, a dos cuadras, se encuentra en una esquina un camping familiar que no figura en las guías turísticas oficiales. Es el más barato, también tiene piezas, e incluye ducha, cocina, parrillas y electricidad. El dato de la cocina, con herramientas para hacerlo, no es un dato menor, ya que es la opción más gasolera para alimentarse cuidando los gastos. Hay un lugar para comer en la esquina de la única plaza de Amaicha, sus precios son más baratos que lo que se pagaría en Entre Ríos, Santa Fe o Buenos Aires, pero más caro, salvo Cafayate, en comparación con todo el norte argentino.





Entre los lugares para perderse en su energía se encuentra la comunidad Los Zazos, donde luego de una caminata se accede a tres cascadas sobre un territorio preservado por sus integrantes. Son aproximadamente 9 kilómetros, se recomienda llevar agua y protector solar. Sobre lo último aclaro que nunca fui de usar en Entre Ríos, pero desde Tucumán es necesario. Ni hablar en Salta, Jujuy, Bolivia o Perú. El sol en la altura pega fuerte y más en los climas secos, que son varios, donde no se siente calor por falta de humedad pero el sol hace de las suyas. Es un detalle pero de nada vale perder un día haciendo reposo por quemaduras de piel. Tengo una anécdota al respecto con amigo y su frase, que quedó clavada en cada reencuentro, de "remerita en la cabeza".






Por los Zazos se llegará a "El Remate", una construcción prehispánica agro-pastoril, donde se encuentran las tres cascadas. Al comienzo hay una entrada donde se cobra una entrada mínima por el mantenimiento y la autogestión de la comunidad originaria. La cascada, el agua, las montañas, sus caminos valen el recorrido. Durante el camino, también se encuentra Fuerte Quemado, otra comunidad cercana. Con respeto frente a la invasión, con sentido colectivo, y amor por el lugar, sus vecinos tendrán la misma respuesta. En el camino varias veces, cuando lo recorrimos, pedimos agua. La primera porque no sabíamos que el agua sería un factor fundamental desde Tucumán, y en las otras veces para estrechar el saludo con la comunidad.


Ya estamos en el camping. A la noche vale apreciarla ya que la altura invita a ver las estrellas y la luna cada vez más grande, y con la sensación que está mucho más cerca. 


Si definen quedarse un segundo día, Amaicha es para quedarse a vivir literalmente, existen dos ruinas en el lugar. Una es más conocida, y son las ruinas de Quilmes, que guarda una historia muy triste. La ciudad de Quilmes es la organización pre-incaica más importante del país, un patrimonio de la cultura calchaquí. Dos veces invadidas, la ciudad sagrada originaria fue privatizada en los noventa y reconstruida turísticamente. Algunos integrantes de la comunidad cuentan que toda esa edificación se realizó sobre sus hermanos muertos.

Las otras ruinas son las de Amaicha, que se pueden conocer desde El Remate con una caminata sobre montañas de cuatro a seis horas. Ese recorrido no está reconstruido y es totalmente protegido por lo que no está permitido hacer la experiencia solos o solas.Hay guías de la comunidad que por un accesible precio acompañan esa aventura, un paso más hacia la cultura que se respira.





Si tienen un día más se encuentran Las Salinas, que proveen a los habitantes sal para uso doméstico, medicinal y para alimento de la hacienda, ubicadas a 15 kilómetros al sudeste de Amaicha. Dique Los Zazos y Abra del Infiernillo, un poco más alejado, también son parte de la riqueza cotidiana.

Con un click ubica Amaicha en el mapa

Compartimos un mate, viajamos gasolero.


lunes, 10 de octubre de 2016

Tomar el tren


Estación de trenes en Rafaela

Cualquier viajera o viajero que parta de Entre Ríos, Santa Fe, Tucumán, Buenos Aires o Santiago del Estero, tiene la alternativa del tren de pasajeros como opción barata para el viaje. No tanto como el dedo, pero mucho más que el colectivo.
Hasta 2015 los pasajes se compraban en boletería, pero en las estaciones que no tenían venta habilitada las personas esperaban el horario del transporte y se subían pagando el boleto arriba. El único riesgo de tomar el tren en estas circunstancias, por ejemplo en Rafaela, era que si el transporte venía lleno tenías que disponer de un plan B para seguir subiendo hacia el norte del país. La mayoría de las veces esto no ocurría y uno podía viajar hasta San Miguel de Tucumán. De hecho, siempre existen grupos de viajeros pero también trabajadores de cosecha que emprenden esta posibilidad más allá de los riesgos.

Habrá que averiguar si esta situación, de permitir el ascenso de personas en estaciones sin boleterías sigue vigente. Para la vuelta el tema es más difícil ya que los pasajes se compran con meses de anticipación, especialmente si se viaja en diciembre, enero y febrero, que son meses de mucho turismo, además de estación vacacional.

El tren sigue siendo la herramienta más segura y barata para atravesar Santa Fe y Santiago del Estero, para llegar luego de dieciséis horas a la capital tucumana. El dedo en las provincias del centro no es tan fácil considerando los miedos impuestos por los medios masivos de comunicación sobre el tema de la inseguridad. No obstante, hay viajeras y viajeros que lo han hecho desde Rafaela, cuando el tren no ha salido, y les ha dado resultado (lo mejor es ir hasta Santa Fe capital para iniciar el dedo). Lo cierto es que Santa Fe, Santiago del Estero y Tucumán son provincias donde se puede hacer dedo, funcionando mejor en la última. 

La otra vía es el colectivo. El pasaje actualmente, octubre 2016, debe estar entre 800 y 1200 respecto desde donde se salga, siempre con destino en San Miguel.

Couchsurfing, una red social que permite que las personas intercambien hospedajes, construyendo un lazo de solidaridad y confianza, por encima de cualquier dependencia al dinero, y el Foro de Mochileros.Org son dos espacios más para tener alternativas más gasoleras: desde ponerse de acuerdo con dos o tres personas para viajar a resolver alguna situación de alojamiento, a sumar personas en el viaje para compartir gastos.

Sea como sea, nos encontramos en Tucumán. Compartimos un mate. Viajamos Gasolero.

Parque 9 de Julio, San Miguel de Tucumán






¿Qué es mate gasolero?

Ruta 40, en Salta.

Mate Gasolero es una propuesta argentina para viajeras y viajeros que emprenden su camino con pocos recursos, sobreviviendo, trabajando muchas veces, aprendiendo otras opciones laborales, vendiendo lo que aparece. Conocer nuestro barrio, las ciudades hermanas, nuestra provincia, los países de la región, el mismo universo, unirnos en todas sus culturas, reconociendo nuestra identidad, construyendo una conversación viajera que siembra y cosecha en cada lugar.

Mate Gasolero es una iniciativa entrerriana que intenta aportar datos para quienes realizan su viaje, dejando lo material como factor secundario, analizando las múltiples alternativas que los propios lazos solidarios tejen. Te pasamos un mate para el camino, compartimos información para hacerlo gasolero.